Saint Maud (2019)

Saint_Maud-posterLa protagonista de Saint Maud, cuyo nombre es utilizado para darle título a la película, es una joven introvertida, solitaria, casi invisible para el resto. El personaje, que es interpretado por la actriz Morfydd Clark, puede pasar desapercibido para la mayoría de los individuos, pero la directora Rose Glass nos llama a prestarle atención, a ser testigos de sus momentos más íntimos. En este largometraje debut la cineasta ocupa una perspectiva subjetiva, a través de la cual vemos lo que ve Maud, haciéndonos partícipes de sus experiencias, en unas situaciones donde la dimensión psicológica tiene un papel fundamental. Los aspectos sobrenaturales del relato se mezclan con la ficción, difuminando a ratos lo que ocurre dentro y fuera de la cabeza de la joven.

Esto es importante ya que como señala el título de la obra, la historia narrada contiene también varios elementos religiosos. Un flashback al inicio de la película nos muestra un hecho traumático del pasado de Maud, del que si bien no logramos descifrar muchos detalles, es lo suficientemente poderoso para indicar que tuvo un profundo impacto en ella. La joven, que trabaja como enfermera para una empresa de cuidados a domicilio, adoptó la religión católica para escapar de esos oscuros recuerdos. Su devoción la lleva al punto de creer que tiene una conexión especial con dios, no a través de palabras, sino que por medio de unas sensaciones similares a espasmos de éxtasis. Maud está convencida de que está destinada para algo grande, una oportunidad que decide aprovechar cuando conoce a su nueva paciente, Amanda Kohl (Jennifer Ehle), una exbailarina que fue diagnosticada con una enfermedad terminal. Además de encargarse de sus cuidados médicos, la protagonista ve en ella la oportunidad de salvarla espiritualmente.

Dado que la obra es contada desde la perspectiva de Maud, la película posee lo que se conoce como un narrador sospechoso o poco fiable; su subjetividad no permite ver la realidad tal y como es, sino que filtrada por la visión de ese personaje. De esta manera, la verdadera naturaleza de los elementos divinos presentes en la película queda en la ambigüedad la mayor parte del tiempo. A la cinta no le interesa crear distinciones tajantes entre lo verdadero y lo ficticio, prefiriendo en cambio centrarse en la dimensión interna de la protagonista. Es decir, más allá de establecer si existe una conexión entre ella y dios, el foco de Glass está sobre lo que el personaje piensa y siente. Es su convicción lo que impulsa al relato, independiente de que tenga una base verídica.

Por lo mismo, la cinta se acerca más a los principios de un estudio de personaje que a los de una película narrativa convencional. A pesar de los componentes siniestros que vemos durante el metraje, parece más adecuado compararla con una película como Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese que con otros ejemplares del cine de terror. No es difícil identificar los puntos en común de ambas historias: el protagonista solitario de rasgos sociópatas, la lucha que creen tener contra el mundo impío y corrompido que los rodea, la búsqueda de una redención y la utilización de medios violentos para alcanzar ese fin. En Saint Maud no hay sustos concretos o puntuales, sino que una constante sensación de desasosiego, la que resulta tan incómoda como fascinante.

Es sorprendente que estemos ante el primer largometraje de Glass como directora, debido a la mano firme con la que va dando forma a su obra. Es el tipo de confianza que hace algunos años reflejaron títulos como The Witch (2015) de Robert Eggers y Hereditary (2018) de Ari Aster, otros cineastas debutantes que deslumbraron con una nueva manera de hacer terror. Las tres cintas fueron distribuidas por la empresa A24, cuya curaduría artística le ha entregado un nuevo aire al género, demostrando que existen caminos alternativos al momento de narrar esas historias. No se trata de una visión elitista que diferencia entre un terror “elevado” y otro vulgar, sino que en nuevas opciones de entender aquel género y expandir sus horizontes.

La obra de Glass recurre a lo visual para potenciar el componente psicológico de su historia, con algunos expresivos ángulos de cámara que instalan una sensación de desequilibrio. A lo largo del metraje notamos también una cierta tactilidad del mundo donde transcurre el relato, un factor que parece estar conectado con la comunicación visceral que la protagonista tiene con dios. Mente y cuerpo se mezclan en esta película, como las pinturas de William Blake que aparecen en algunas escenas, con imágenes llenas de vigor y sensualidad, donde los seres celestiales escapan de esa noción etérea que generalmente se les atribuye. La conexión que Maud tiene con lo divino le provoca una fuerte reacción corporal, a ratos con tintes sexuales, lo que es complementado con unas autolesiones que se infringe para estar más cerca de lo divino.

El trayecto de Maud se desenvuelve ante nosotros como una catástrofe lenta pero inevitable. Mientras los demás personajes probablemente reaccionarán con sorpresa ante el desenlace de la cinta, debido a la personalidad retraída de la joven y a su aislamiento, la directora nos permite verla con toda la atención que no recibe del resto. La soledad, la salud mental y el fundamentalismo tienen un rol crucial en su conducta, de la que somos testigos privilegiados. Es difícil categorizar a la protagonista en términos de villana o heroína, ya que de manera similar a Travis Bickle ocupa un lugar intermedio entre esos dos extremos. Aunque el guion de la obra no nos lleva a justificar sus acciones, si entrega una visión cercana del personaje, lo que nos permite de vez en cuando sentir empatía por ella.

La lógica y las motivaciones que guían a la protagonista no se alejan mucho de lo que algunos profetas e iluminados han señalado a lo largo de la historia. Dios obra de formas misteriosas, lo que también quiere decir que solo se comunica con unos cuantos privilegiados a través de mensajes crípticos. Para Maud, eso implica no cuestionar las señales que recibe y cumplir con esas instrucciones sin importar el costo, lo que puede dar paso a unas perturbadoras consecuencias.

2 pensamientos en “Saint Maud (2019)

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