Furiosa: A Mad Max Saga (2024)

Furiosa_A_Mad_Max_Saga-posterSi bien se trata de una precuela, el guion de Furiosa: A Mad Max Saga (Furiosa: De la saga Mad Max) ya había sido pensado por George Miller y Nico Lathouris incluso antes de empezar la producción de Mad Max: Fury Road (2015). La construcción del mundo donde transcurre esta franquicia que Miller inició en 1979 es tan importante que incluso elementos que no aparecen en las propias películas son pensados por él para darle una lógica interna a lo que si alcanzamos a ver. Y una de esas cosas fue el pasado del personaje interpretado originalmente por Charlize Theron, el que era aludido sin demasiados detalles en el largometraje anterior, pero el director le reveló a la actriz las piezas que faltaban para ayudarla a entender sus motivaciones; los mismos que ahora nos toca ver en esta nueva cinta.

A diferencia de Fury Road -en esencia, una desenfrenada persecución que transcurre casi sin parar durante un par de días-, la historia narrada en Furiosa se desenvuelve a lo largo de un par de décadas, con mayores pausas y momentos de introspección que le dan un aire distinto a lo que ya habíamos visto. El yermo australiano sigue ahí, con su arena rojiza y cielos azules, así como la destrucción a gran velocidad de vehículos y máquinas, pero Miller tiene el acierto de no convertir esto en una simple repetición de lo que había hecho. Aunque las comparaciones con la película anterior son inevitables, y lo más probable es que la nueva entrega no quede tan bien parada al hacer ese ejercicio, por razones técnicas, de espectáculo y hasta de originalidad, de todas maneras resulta meritorio su esfuerzo por escribir un capítulo distintivo dentro de la serie.

Tras ser raptada por un grupo de motociclistas y ver la horrible muerte de su madre, una niña llamada Furiosa (Alyla Browne) hará todo lo posible por regresar a su hogar y cobrar venganza en contra del hombre responsable de todo esto, el sanguinario caudillo Dementus (Chris Hemsworth). Los años pasan y la protagonista (Anya Taylor-Joy) pasará a estar bajo el dominio de otro líder megalomaníaco, Immortan Joe (Lachy Hulme), por lo que deberá planificar en secreto su escape. En el camino conocerá a un taciturno pero noble automovilista, Praetorian Jack (Tom Burke), con quien aprenderá que en este mundo postapocalíptico todavía queda espacio para la esperanza, aunque la maldad siempre está acechando a la vuelta de cada curva, esperando para atacar.

Como precuela, Furiosa está sujeta a algunos de los puntos débiles que caracterizan a ese tipo de películas, en especial aquella anticipación por mostrar o explicar cosas que aparecían en la cinta original, como el brazo amputado o el cabello corto de la protagonista. A veces los espectadores están más preocupados por la llegada de esos instantes que por el resto del relato, lo que les resta cierta efectividad a las obras. Son cuestiones casi ineludibles, que vienen de forma obligatoria con todas las cintas que se dedican a narrar historias pretéritas, aunque en este caso Miller intenta integrarlos de la mejor manera a la trama, para que no se sientan como simple fanservice; el resultado va variando, pero por lo general logra su objetivo.

A la historia simplificada de Fury Road, que básicamente era una persecución desde el punto A al punto B, y luego de vuelta al punto A, ahora el director contrapone una historia más política, que entrega diferentes bandos, ambiciones y métodos. El villano interpretado por Hemsworth llama la atención no solo por su crueldad, sino también por su incompetencia, algo que le entrega una idiosincrasia poco habitual en el cine de género. A diferencia de Immortan Joe, que maneja una sociedad salvajemente efectiva, el poder se convierte en una maldición para Dementus, quien es incapaz de mantener el control entre sus súbditos e incluso pone en peligro lo que tiene por aspirar a un premio mayor. Estos matices permiten que su relación con Furiosa sea más compleja, permitiendo que afloren cuestiones como el trauma, la soledad y hasta el patetismo.

Un elemento recurrente dentro de la saga de Mad Max es el poder de las historias y la construcción de los mitos. El propio personaje que da nombre a la franquicia es alguien difícil de definir, un nómade que va conociendo diferentes lugares e individuos, sin contar con un hogar fijo ni una cronología certera de sus aventuras. Las “inconsistencias” que se producen entre las películas de la franquicia contribuyen a esa idea, al punto de que Miller ni siquiera dudó en cambiar al actor que interpreta a Max cuando era necesario. Estas ideas vuelven a ser desarrolladas en Furiosa, que en varias escenas opta por lo lírico o lo barroco en lugar de lo racional o lo aterrizado.

Ese enfoque del relato también nos permite perdonar ciertos puntos bajos de la película, como su uso de los efectos digitales. En más de alguna ocasión las imágenes generadas por computadora que vemos en la cinta tienen una apariencia artificiosa, poco convincente, pero la noción de que estamos ante una fantasía, una leyenda, nos hace dejar de lado -al menos parcialmente- ese tipo de cuestiones. Sin embargo, se trata de un punto que la hace palidecer ante Fury Road, una obra que si bien también ocupaba CGI en determinadas ocasiones, lograba complementarlo de mejor manera al resultado final. El nuevo largometraje de Miller pierde parte del encanto de las otras entregas de la franquicia, ese carácter tangible o palpable que se sentía en cada escena, donde el metal, el caucho, el pavimento y la arena tenían una presencia más real y concreta.

Así y todo, Furiosa mantiene la destreza técnica del director, aquella que es capaz de manejar el lenguaje cinematográfico con una precisión y efectividad envidiables, para lograr una sorprendente claridad en medio del caos representado. Si su predecesora era una sinfonía de destrucción, con un carácter a veces opulento y colosal, este nuevo trabajo puede ser asimilado a una composición de cámara, más modesta en su propósito pero dotada de un impacto memorable.

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