El Conde (2023)

Es difícil abordar la figura de Augusto Pinochet sin incluir su dimensión iconográfica o simbólica. Además de los crímenes de lesa humanidad asociados a la dictadura que lideró por 17 años, así como los delitos económicos que marcaron la última etapa de su vida, parte de lo que contribuyó a convertirlo en una figura histórica conocida a nivel mundial es la particular imagen que proyectaba. La misma que el cineasta chileno Pablo Larraín ocupa en su nuevo largometraje, El Conde, para construir una poco convencional reinterpretación del militar, subrayando la mitificación en torno a su persona y el carácter imperecedero de una sombra que todavía se proyecta sobre el país, incluso cinco décadas después del golpe de Estado que lo llevó al poder.

1976 (2022)

Debido a su título, uno como espectador podría preguntarse por qué Manuela Martelli escogió ese año en particular para dar nombre a su largometraje 1976. A diferencia de, por ejemplo, Argentina, 1985 (2022) de Santiago Mitre, el relato no está basado en un episodio histórico específico, si bien ambas películas abordan las dictaduras militares de sus respectivos países. La razón, según algunas entrevistas que ha dado la directora, tiene un significado familiar, ya que en ese año falleció su abuela, una de las principales inspiraciones que tuvo para escribir la cinta. Y pese a que la obra no está basada directamente en su vida, al verla notamos una cierta especificidad en su ambientación que coincide con aquella idea transmitida por el título.

Una mujer fantástica (2017)

Cuatro años después de haber participado en el Festival de Cine de Berlín con Gloria (2013), que ganó el oso de plata a la mejor actriz por el trabajo de Paulina García, el director Sebastián Lelio volvió a competir en el mismo certamen con su nueva película, Una mujer fantástica. La cinta fue muy bien recibida y esta vez obtuvo el premio al mejor guion, lo que viene a confirmar el buen momento de su carrera. Junto a Pablo Larraín, que es uno de los productores de la cinta a través de la compañía Fábula, Lelio es uno de los directores chilenos más prometedores de la actualidad, gozando además de una buena proyección internacional. Justamente, este año filmó su debut en el cine en inglés, Disobedience, protagonizado por Rachel Weisz y Rachel McAdams.

El bosque de Karadima (2015)

Antes de que las denuncias de abuso sexual salieran a la luz, Fernando Karadima era conocido por su carisma y su capacidad para congregar fieles a las misas. De hecho, uno de los aspectos más apreciados por la iglesia a la que pertenecía era la manera en que lograba inspirar a los jóvenes a optar por el camino del sacerdocio. El respeto que recibía dentro de la parroquia era tal que se ganó el apelativo de “santito”, y sus seguidores tenían una fe ciega en lo que decía. Estas y otras circunstancias parecen explicar que las acusaciones que hicieron un grupo de víctimas acerca de los abusos que sufrieron hayan sido descartadas casi de inmediato por varios fieles de la parroquia.

Aftershock (2013)

El cine chileno no ha sido desarrollado en su totalidad. Es cierto que en los últimos años se han estrenado películas que han tenido un buen pasar por festivales a lo largo del mundo, pero la cinematografía de un país no solo consiste en dramas que exploran el día a día de algún personaje complejo y perturbado. Los países necesitan además desarrollar su cine de género, las grandes producciones, el cine palomitero. Directores como Ernesto Díaz Espinoza, Pablo Illanes o Jorge Olguín han intentado crear películas que apuntan a esto, pero aún se trata de un área poco explorada en el cine nacional. Es por eso que llama la atención el esfuerzo de Nicolás López por crear una película que mezcla el cine de catástrofe y el de terror, con miras a dar vida a algo que el director llama «Chilewood».