Aunque la película Civil War (Guerra civil) de Alex Garland transcurre en un Estados Unidos distópico, en una realidad que podría existir o no en un futuro cercano, durante los primeros minutos del metraje vemos algunas breves imágenes de archivo de lo que ha ocurrido recientemente en aquel país. Los videos, que hacen referencia a episodios como el asalto al Capitolio de 2021 o la manifestación de Charlottesville de 2017, pueden crear ciertas expectativas en algunos espectadores acerca de lo que dirá la obra -es decir, la posición ideológica que adoptará frente a la actual situación de esa nación-, pero el cineasta británico prefiere utilizar una perspectiva más ambigua, sin recurrir a un paralelo directo entre los hechos narrados y las cuestiones que vemos hoy en día en las noticias.
Cailee Spaeny
Priscilla (2023)
A diferencia de la película que Baz Luhrmann estrenó en 2022, apoyada por los herederos de Elvis Presley y financiada por un estudio grande, la cinta Priscilla de Sofia Coppola, sobre la esposa de aquel músico, recibió una respuesta más dividida por parte de quienes administran el legado artístico del ícono del rock and roll. La obra, más austera en cuanto a recursos y sin el estilo estrafalario del largometraje protagonizado por Austin Butler, se siente como un proyecto creado en los márgenes, lejos de las versiones oficiales de los hechos y por lo mismo con la libertad para explorar cuestiones complejas, incluso incómodas, sobre la relación que existió entre los protagonistas. El cambio de perspectiva entre los relatos no es un asunto baladí, sino que un aspecto crucial para examinarlos.
Vice (2018)
El 11 de septiembre de 2001, mientras ocurrían los ataques a las Torres Gemelas en Estados Unidos, el presidente George W. Bush se encontraba en una visita a una escuela primaria en Sarasota, Florida. La imagen de Bush recibiendo la información de los ataques de parte de su Jefe de Gabinete, en medio de la lectura de un libro infantil, y continuando sentado hasta que la actividad finalizara, se hizo famosa. Pero cuando todo eso pasaba, y el país se encontraba en un estado de terror e incertidumbre, había alguien en la Casa Blanca que sin titubear asumió el liderazgo y comenzó a tomar algunas medidas que eran de facultad exclusiva de Bush, su vicepresidente Dick Cheney. En vez de ser un hecho inesperado que lo obligó a actuar, parecía en realidad solo una excusa para algo que Cheney deseaba hace tiempo.
Bad Times at the El Royale (2018)
El director Drew Goddard sabe que si se va a ambientar una película casi exclusivamente en un solo lugar, ese espacio debe ser dotado de una cierta personalidad para evitar la monotonía y repetición a lo largo del metraje. Así como ocurría con los hoteles de Psycho (1960) y The Shining (1980), el de Bad Times at the El Royale también presenta algunos rasgos distintivos que lo convierten en algo más que un simple telón de fondo para lo que ocurre en la pantalla. Una de las estrategias utilizadas para lograr esto es recurrir al misterio, revelando que el lugar donde transcurre la historia esconde más de lo que muestra a simple vista, algo que Goddard ya había ocupado en su anterior largometraje, The Cabin in the Woods (2012).
sin sentido 